Cuando un agua tiende a ser agresiva o corrosiva se produce un aumento de concentraciones de hidróxidos y óxidos de hierro en el agua, como producto de la oxidación de las tuberías, principalmente de acero galvanizado, que constituyen numerosas instalaciones de fontanería en edificaciones, que van deshaciéndose poco a poco, con el paso del tiempo. Entre otros problemas, destacamos por tanto que consumiremos agua coloreada con hierro y lodos, turbidez, además del deterioro añadido de la propia instalación.
Cuando un agua tiende a ser incrustante se produce una precipitación principalmente de carbonato cálcico, en las paredes internas de las tuberías que poco a poco irán eliminando la luz interior y por tanto el caudal de agua. Ente otros problemas, destacamos que consumiremos agua con un determinado sabor característico de alto contenido en sales de calcio y magnesio, además de la pérdida de caudal de agua y aumento del riesgo de averías.