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Ritasa SA

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Justificación de Sistemas Automáticos de Cloración de Agua

Justificación De Sistemas Automáticos De Cloración De Agua

Según la legislación española, todas las aguas distribuidas por red o por cisterna deben ser desinfectadas, salvo autorización expresa de la Autoridad Sanitaria, y deberá existir un residual del desinfectante en el agua de grifo, que evite la contaminación en los puntos finales de la red.

El R.D. 140/2003 de la calidad de las aguas para consumo humano, marca para aguas tratadas con hipoclorito sódico o cloro gas un cloro residual libre que debe estar entre 0,2 a 1 mg/l. Para aguas tratadas con cloraminas, el cloro residual combinado debe estar entre 0,8 a 2 mg/l.

A su vez, según el R.D. 865/2003 sobre criterios higiénico-sanitarios para la prevención y control de la legionelosis, cuando el agua frí­a de consumo humano proceda de un depósito, se debe garantizar los niveles mí­nimos en los puntos terminales y si no se alcanzaran, se debe instalar un sistema de cloración automático.

Muchas edificaciones de nuestro entorno, de uso público o privado, distribuyen agua por su red previamente acumulada en un aljibe con la doble ventaja de garantizar un abastecimiento independiente de las posibles variaciones de la red municipal por un lado y a un caudal y presión definida por el gestor del edificio, por otro. Estas ventajas influyen en el bienestar del usuario. Son el caso de la mayoría de hoteles, hospitales, colegios, edificios comerciales o de oficinas e incluso comunidades.

Sin embargo, en estos casos dependiendo del régimen de consumo y tamaño de los aljibes y red de distribución propia, aparte de otros muchos factores como ocupación del edificio, horario o dí­a de la semana, temperatura y humedad relativa, calidad del agua etc, el cloro se pierde a mayor o menor velocidad y por tanto se corre el riesgo de distribuir agua con menos desinfectante o nulo del estipulado, es decir agua susceptible de contaminarse y por tanto, aumentando el riesgo de consumirla con calidad de agua no apta para el consumo humano.

Es en estos casos, cuando debemos reclorar el agua para evitar los riesgos comentados y consumirla con seguridad sanitaria. Aunque existen varios métodos para hacerlo, el más habitual por la facilidad de manejo en comparación con el resto, es la utilización de sistemas de control y dosificación automáticos con hipoclorito sódico y corrector de pH, evidentemente con producto químico que debe tener su certificación para uso en agua de consumo hiumano.

Son equipos de cloración automáticos que gracias a la instalación de sondas de medida del cloro y el pH del agua, miden en continuo estos parámetros para corregir automáticamente, como marca la legislación, su carencia, en función de unos lí­mites programados en la centralita o autómata del sistema, dentro de los lí­mites estipulados por la normativa, comentados al principio de esta nota.

Hay en el mercado varios sistemas y precios de cloración variables, pero es importante elegirlos con las prestaciones suficientes para el uso que se les va a dar. Es decir, deben tener las alarmas y seguridades necesarias para evitar tanto hipocloraciones como hipercloraciones. Tan importante es evitar la nulidad del desinfectante como tener agua con exceso de cloro. Recomendamos dejarse asesorar por un experto en estos equipos.

Asimismo, hay sistemas muy económicos sin alarmas o protocolos de seguridad o incluso, que dosifican en función de un caudal de entrada al depósito, sin la posibilidad de analizar el agua y en consecuencia, se corre el riesgo de sobrepasar o quedarte corto en los niveles de cloro. RITASA, no recomienda estos últimos para agua destinada a consumo humano.

La interacción con otros desinfectantes utilizados por el gestor y distribuidor municipal como pueden ser las cloraminas o cloro gas, así­ como la influencia del pH del agua en el poder desinfectante del cloro será motivo de otro artí­culo.

Así­ pues, siendo un tratamiento individualizado para proteger agua que puede haber perdido su desinfectante que la protege, será recomendable estudiar la calidad del agua a utilizar y su destino, así­ como las caracterí­sticas de depósitos intermedios y red propia de distribución, para definir y dimensionar correctamente nuestro tratamiento de cloración mediante Sistemas de Dosificación y Control Automáticos.

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